Un segundo, un suspiro, un parpadeo, un latido y todo habrá
cambiado para siempre. Una palabra mal colocada y todo habrá acabado. Un
momento encerrado en ese reloj incansable, que deja arrugas y heridas con su
paso, lento pero firme. Antes, después. Mi vida cambió en ese instante, con el
simple roce de unos labios, con la luz de una luna tentadora, el preciso
momento en el que todo quedó atrás, en el que mi corazón excitado ya estaba
sentenciado… no hay lugar para pensar, es todo efímero, sin pausa, nadie me dio
a elegir, el destino me eligió a mí ¿Cómo llevarle la contraria? Ahora, no vale
pensar en que hubiera sido, en un si o un no, ni tan siquiera en un quizás,
todo ocurre por algo. La vida se compone de causa y consecuencia, de
arriesgarlo todo en momentos así, a perder una victoria o a ganar una derrota,
al antes del después, a la duda eterna, oculta en los impulsos, en las
decisiones que marcan tu camino. ¿Acaso tendría gracia lanzar el dado si
supiéramos que siempre va a salir un seis? La vida es un azar ordenado, es un
caos controlable, un cuento con final conocido, pero por conocer…