La vida me ha enseñado que a veces vale más un perdón a tiempo que el
propio orgullo. Que no todo se puede comprar, y que los besos tienen fecha de
caducidad, por eso he aprendido a valorarlos. Porque no todo dura para siempre,
nada es eterno. También me ha enseñado que no hay premios ni castigos, sino
consecuencias y que solo el miedo a fracasar convierte un sueño en imposible.
Que no siempre tenemos lo que deseamos, pero he aprendido que lo que tiene
precio poco valor tiene. Me ha enseñado que tu felicidad puede ser constante
cuando aprendes a disfrutar de cada momento sin importar las consecuencias. Que
es una locura seguir haciendo lo mismo y esperar resultados diferentes...
La vida es un maestro que no siempre entiendes
lo que te quiere enseñar, pero recuerda que no hay mejor alumno que el que esta
dispuesto a aprender.